jueves, 14 de abril de 2016

Dos cosas

Eres hermosa.
Cuando ríes.
Cuando lloras.
Cuando te enojas.
Cuando me ignoras.
Eres hermosa.
Desde la punta de los pies, hasta la punta de tu cabello lacio.
Desde tus dedos chatos, hasta la curvatura de tus labios.
Eres hermosa.
Y no es afirmación, es una verdad, verdad absoluta de las que no existen, o más bien, de las que los mortales creían no existían.
Eres hermosa.
No hablo de atributos físicos, porque fácilmente ganarías el adjetivo. Hablo del brillo de tus ojos, de la melodía de tu risa, de las pinceladas de júbilo que añades a mis días. Hablo de tus ideas, de tu emoción, del amor con el que haces lo que te apasiona, de la forma tan cínica en la que me odias. Hablo de tus principios, de tus locuras y de la forma en la que haces creer al mundo que eres fuerte cuando hasta tú lo dudas.
Eres hermosa.
Como hermosa es la luna al tocar el cielo estrellado.
Como hermoso es el mar al rozar el sol.
Como hermoso es un verano en la playa.
Como hermoso es un viaje con la canción indicada.
Eres hermosa.
Hermosa como la poesía, como las canciones, como la pintura, como el arte.
Tú eres arte.
Eres hermosa.
No lo digo yo, lo dice la sonrisa en mis labios cada vez que te miro.
Mi paciencia cada vez que me enojo.
Mi impaciencia por estar contigo.
Mi ilusión al mirarte a los ojos.
Mi emoción cuando de la mano te tomo.
Eres hermosa.
Lo sabes.
Porque no sé cuánto tiempo pueda estar apreciándote, el tiempo es efímero, la vida un chispazo y los momentos viajan como estrellas fugaces, y yo, yo sólo sé dos cosas, quiero seguir reflejándome en tus pupilas; y que eres hermosa.

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